viernes, 20 de junio de 2014

La Educación en la Informatica y la Sociedad


La Informática y la Sociedad




Cuando una institución está tan arraigada en una sociedad la aceptamos tal y como se nos presenta, dando por descontado que tanto su estructura organizativa como las funciones que cumple son incuestionables, cayendo automáticamente en el error de ‘no cuestionarlas’ y en la flacidez mental de perder todo espíritu crítico para reflexionar sobre unos modelos, procesos e instituciones que ya estaban allí antes de que nosotros naciéramos. La Sociedad de la Información basada en las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) está re configurando todas las esferas sociales a  una velocidad vertiginosa. Economías de escala, ciudades globales, empresas red, leyes de propiedad intelectual, e-government, cambios políticos surgidos del activismo político online, nuevos modelos culturales de negocio, etc. El mundo de la economía, trabajo, derecho, política y cultura están siendo obligados a aceptar este nuevo paradigma tecnoeconómico teniendo que redefinirse para poder adaptarse en su acepción más darwinista a los requerimientos de la sociedad y economía actual. ¿Qué está haciendo el sistema educativo para adaptarse a estos cambios? Esta pregunta se vuelve retórica cuando no puede ser contestada satisfactoriamente con la introducción de unos cuantos ordenadores en las aulas o la paulatina incorporación de entornos Moodle[i]. Mientras que todos los ámbitos sociales están siendo replanteados estructuralmente en lo sustantivo, en su razón de ser, los centros educativos están poniendo parches, infantilizando así y poniendo en evidencia su propio rasgo distintivo: preparar y formar a los futuros ciudadanos acorde con la sociedad en la que les ha tocado vivir. Mientras las voces más críticas de algunos expertos en cuestiones educativas llevan tiempo avisando que la educación se encuentra estancada, viviendo de espaldas a una realidad tan incierta como atractiva en cuanto a nuevas posibilidades que ofrece, muchos directores/as y docentes de centros educativos se niegan a integrar estas tecnologías, a cambiar sus sistemas pedagógicos y a seguir culpabilizando a factores externos para defender el status quo en el que se encuentran enquistados. 

Las funciones del sistema educativo

La proliferación de las instituciones educativas en el siglo XX estuvo vinculada a la necesidad de una mano de obra alfabetizada y disciplinada. Es cierto que aparte de esta visión reduccionista y mercantilizada, la educación proporciona unos cimientos sólidos para el desarrollo intelectual, social y moral de las personas que pasan por ella. Ambas funciones, complementarias y no excluyentes, deben desarrollarse acorde con la sociedad actual y no con un modelo desfasado, tal y como está ocurriendo en la actualidad. Los colegios siempre han sido un lugar de custodia y de asistencia obligatoria. La escuela tiene un calendario establecido y regulado por el estado, unos horarios muy concretos y las clases se imparten en un lugar específico. Intencionalmente, mantiene a los niños alejados de la calle, desde su infancia hasta su posterior incorporación al mercado laboral. Durante el proceso educativo, el alumno se adhiere a una identidad, se socializa a través de la educación y esta le inculca los valores predominantes de la estructura política y de los grupos de poder de la sociedad donde se encuentra inserto. La escuela es una institución que gestiona colectivos más que individuos, tal y como han demostrado sociólogos expertos en educación mediante las teorías de reproducción social (Parsons, Bernstein, Bowles y Gintis o el mismo Bordieu). Las diferentes expectativas que los docentes tengan sobre los alumnos en función de su clase social de pertenencia generarán tipos de interacciones diferentes[ii]. Se prepara al alumnado para el trabajo mediante la organización y el diseño del aula, que representa una antesala de lo que se encontrará posteriormente en su puesto de trabajo: los contenidos, estructuras y procesos educativos están ya organizados antes de su llegada al igual que lo estará su puesto de trabajo por lo que poseen los medios de producción, con una figura de autoridad (docente-jefe) que le cederá el turno de palabra educándolo en valores como disciplina, competitividad, puntualidad, etc.
Este breve análisis sobre las funciones educativas a menudo es desconocido por los mismos profesionales de la educación, sobre todo en los niveles más primarios, básicos y elementales. No hay que poner en tela de juicio las buenas intenciones y bondades de los docentes que imparten clases e intentan hacer de sus alumnos ‘mejores personas el día de mañana’, pero un docente que tiene como método de enseñanza la repetición y la memorización de contenidos debería saber que representa unos procesos estandarizados lineales en que se basaba la economía industrial (fordismo) y que ya no se corresponden con los requerimientos de la economía ni del mercado de trabajo actual. Un docente que pone el acento en el contenido en lugar de hacerlo en el método de aprendizaje debería saber que el material que enseña está colgado en la Red y es un recurso al que se puede acceder con un simple ‘click’ de ratón. Un docente que recurre sistemáticamente  a excusarse en el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) o en la rebeldía de los alumnos para justificar la falta de atención de estos, debería empezar a replantearse que la desmotivación –no trastorno- de sus alumnos puede venir dada por un modelo caduco y obsoleto de impartir las lecciones en clase. El esfuerzo, las ganas y las buenas intenciones a veces  no son suficientes para ejercer una determinada profesión, se trata de saber en qué consiste esta profesión y cómo se concibe o se espera de ella en la actualidad. No se trata de culpabilizar a este sector profesional ni al sistema educativo, se trata de intentar adecuarlo con la sociedad actual poniendo el acento en que la función básica del sistema educativo es formar al  joven-estudiante en adulto-trabajador, tal como fue concebida en su origen y tal como se ha desarrollado a lo largo del siglo XX. Se trata de darle la importancia suficiente y a reflexionar sobre un espacio físico tan importante como la escuela, donde se encuentran y conviven nativos e inmigrantes digitales[iii], dos formas completamente diferentes de concebir la realidad.



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